Friday, 19 May 2017

PADRE RICO, PADRE POBRE | Libro gratis


Existe una necesidad

¿Prepara adecuadamente la escuela a los niños para enfrentar el mundo real? "Estudia mucho, obtén buenas calificaciones y encontrarás un trabajo bien pagado con grandes beneficios", solían decir mis padres. Su meta en la vida era proporcionar una educación universitaria a mi hermana mayor ya mí, de manera que tuviéramos la mejor oportunidad de éxito en la vida. Cuando finalmente obtuve mi diploma en 1976 -me gradué como contadora con honores, casi como la primera de mi clase, en la Universidad Estatal de Florida mis padres habían logrado su meta. Ése fue el logro más importante de sus vidas.
De acuerdo con su "plan maestro", fui contratada por uno de los ocho despachos de contadores más importantes; me esperaba una larga carrera y el retiro a edad temprana.
Mi esposo Michael siguió un camino similar. Ambos proveníamos de familias de trabajadores, de recursos modestos pero con una fuerte ética de trabajo. Michael también se graduó con honores, pero lo hizo dos veces, primero como ingeniero y después en la escuela de leyes. Fue reclutado rápidamente por un prestigioso despacho de abogados de Washington, D. C., especializado en legislación de patentes, y su futuro parecía brillante, con una carrera bien definida y el retiro garantizado a edad temprana.
Aunque hemos sido exitosos en nuestras carreras, éstas no resultaron ser como esperábamos. Ambos cambiamos de trabajo varias veces -por razones correctas- pero no contamos con planes de pensión a nuestro nombre. Nuestros fondos para el retiro están creciendo sólo por medio de nuestras contribuciones individuales.
Michael y yo tenemos un matrimonio maravilloso y tres hijos formidables. Al escribir estas líneas, dos se encuentran en la universidad y uno está comenzando la preparatoria. Hemos gastado una fortuna para asegurarnos de que nuestros hijos reciban la mejor educación que sea posible.
Un día de 1996, uno de mis hijos regresó a casa desilusionado de la escuela. Estaba aburrido y cansado de estudiar.
-¿Por qué debo dedicar tiempo a estudiar temas que nunca utilizaré en la vida real?
-protestó.
Sin pensar, le respondí:
-Porque si no obtienes buenas calificaciones, no podrás ingresar a la universidad.
-Sin importar si voy o no a la universidad -respondió- voy a ser rico.
-Si no te gradúas en la universidad, no obtendrás un buen empleo -le respondí con un timbre de pánico y preocupación maternal-, y si no tienes un buen empleo, ¿cómo planeas volverte rico?
Mi hijo sonrió y meneó lentamente la cabeza en señal de tedio. Habíamos tenido esa conversación muchas veces antes. Inclinó la cabeza y puso los ojos en blanco. Mis palabras de sabiduría maternal estaban cayendo en oídos sordos una vez más.
Él que es un joven inteligente y decidido, siempre ha sido amable y respetuoso.
-Mamá- comenzó. Era mi turno de recibir una lección-. ¡Ponte al día! Mira a tu alrededor; las personas más ricas no se volvieron ricas debido a su educación. Mira a Michael Jordan y a Madonna. Incluso Bill Gates, que abandonó Harvard, fundó Microsoft; ahora es el hombre más rico de Estados Unidos y todavía no cumple 40 años.
Hay un lanzador de béisbol que gana más de cuatro millones de dólares al año, a pesar de que ha sido clasificado como "débil mental".
Se produjo un largo silencio entre nosotros. Me di cuenta de que le estaba dando a mi hijo el mismo consejo que mis padres me habían dado. El mundo que nos rodea ha cambiado, pero el consejo no.
Recibir una buena educación y obtener buenas calificaciones ya no constituye una garantía para el éxito, y nadie parece haberse dado cuenta de ello, excepto nuestros hijos.
-Mamá- continuó-. No quiero trabajar tan duro como lo hacen tú y mi papá.
Ustedes ganan mucho dinero, y vivimos en una casa enorme con muchos juguetes. Si sigo tu consejo, terminaré como tú, trabajando cada vez más duro tan sólo para pagar más impuestos y tener más deudas. Hoy en día no existe ya seguridad en el trabajo; he escuchado todo acerca de reducciones de personal y reajustes corporativos. También sé que actualmente los graduados de las universidades ganan menos de lo que ganabas tú cuando te graduaste. Mira a los médicos. No ganan tanto dinero como solían ganar antes.
Yo sé que no puedo depender de la seguridad social o de las pensiones de retiro de las compañías. Necesito nuevas respuestas.
Él tenía razón. Necesitaba nuevas respuestas, y yo también. El consejo de mis padres pudo haber funcionado para las personas nacidas antes de 1945, pero puede ser desastroso para aquellos de nosotros que nacimos en un mundo que cambia velozmente.
Ya no puedo simplemente decirles a mis hijos: "Vayan a la escuela, obtengan buenas calificaciones y busquen un trabajo seguro."
Me di cuenta de que debía buscar nuevas formas de guiar la educación de mis hijos.
Como madre y como contadora me preocupa la falta de educación financiera en las escuelas de nuestros hijos. La mayoría de los jóvenes actuales tienen tarjetas de crédito antes de terminar la preparatoria, pero nunca han recibido un curso sobre el dinero y la manera de invertirlo, ya no digamos que puedan comprender cómo funciona el interés compuesto en las tarjetas de crédito. Para decirlo de manera sencilla, sin conocimientos sobre finanzas y la manera en que funciona el dinero, no están preparados para encarar el mundo que les espera, un mundo en que el gasto es privilegiado en demérito del ahorro.
Cuando mi hijo más grande se endeudó mucho con sus tarjetas de crédito al comenzar sus estudios universitarios, no sólo le ayudé a destruir sus tarjetas de crédito, sino que también busqué un programa que me ayudara a educar a mis hijos en cuestiones financieras.
Un día, el año pasado, mi esposo me llamó desde su oficina. "Tengo a alguien a quien debes conocer" -me dijo-. "Su nombre es Robert Kiyosaki. Es un hombre de negocios y un inversionista, y está aquí para solicitar una patente relacionada con un producto educativo. Creo que es lo que tú has estado buscando."

Justo lo que yo estaba buscando
Mi esposo Mike estaba tan impresionado con Cashflow, el nuevo producto educativo que Robert Kiyosaki estaba desarrollando, que hizo arreglos para que ambos participáramos en una prueba del prototipo. Dado que se trata de un juego educativo, también le pedí a mi hija de 19 años, que iniciaba sus estudios en la universidad local, que tomara parte en él, y ella accedió.
Cerca de 15 personas, dividas en tres grupos, participaron en la prueba.
Mike estaba en lo correcto. Se trataba del producto educativo que yo había estado buscando. Pero había un detalle adicional: tenía el aspecto de un tablero del juego de mesa denominado Monopolio, con el dibujo de una rata bien vestida en el centro. Sin embargo, a diferencia del Monopolio, el tablero tenía dos pistas: una interior y otra exterior. El objeto del juego consistía en salir de la pista interior -a la que Robert llamaba
"La carrera de la rata"- y pasar a la pista exterior, o "Pista rápida". Según Robert, la pista rápida simula la manera en que los ricos actúan en la vida real.
Robert definió a continuación la "carrera de la rata" para nosotros.
"Si consideras la vida de una persona trabajadora, con educación promedio, sigue un camino similar. El niño nace y va a la escuela. Los orgullosos padres están emocionados porque el niño destaca, obtiene calificaciones buenas o regulares, y es aceptado en la universidad. El niño se gradúa, quizá asiste al postgrado y entonces hace exactamente lo programado: busca una carrera o trabajo seguros. El hijo consigue un empleo, quizá como doctor o como abogado, o se integra al ejército, o trabaja para el gobierno.
Generalmente, el hijo comienza a ganar dinero, le comienzan a llegar tarjetas de crédito, y él comienza a comprar cosas, si es que no lo ha hecho antes. "Dado que tiene dinero para gastar, el chico asiste a lugares a donde van otros jóvenes para conocer personas, para hacer citas y a veces para casarse. La vida es maravillosa entonces, porque actualmente tanto el hombre como la mujer trabajan. Dos ingresos son una bendición. Se sienten exitosos. Su futuro es brillante y deciden comprar una casa, un automóvil, una televisión, salir de vacaciones y tener niños. Llega el "paquete" feliz. Las necesidades de dinero son enormes. La feliz pareja decide que sus carreras son de importancia vital y comienzan a trabajar más duro, en busca de ascensos y aumentos de sueldo. Los aumentos vienen, así como otro hijo y la necesidad de tener una casa más grande. Trabajan más duro, se convierten en mejores empleados, aún más dedicados. Vuelven a la universidad para obtener habilidades más especializadas con el fin de ganar más dinero. Es posible que obtengan un segundo empleo. Sus ingresos se incrementan, pero también la categoría fiscal en que se encuentran, así como el impuesto sobre su gran casa nueva, sus aportaciones al Seguro Social, y todos los demás impuestos. Reciben un cheque jugoso pero se preguntan a dónde va a parar el dinero. Adquieren participaciones en fondos mutualistas y compran sus artículos de primera necesidad con su tarjeta de crédito. Sus hijos cumplen 5 ó 6 años de edad y se incrementa la necesidad de ahorrar para su educación universitaria, así como de ahorrar para su retiro.
"Esa feliz pareja, nacida hace 35 años, está atrapada ahora en la 'carrera de la rata' para el resto de su vida laboral. Trabajan para los dueños de su compañía, para el gobierno al pagar sus impuestos, y para los bancos al pagar su hipoteca y sus tarjetas de crédito.
"Entonces aconsejan a sus propios hijos que 'deben estudiar duro, obtener buenas calificaciones y encontrar un empleo o carrera seguros'. No aprenden nada acerca del dinero, excepto de aquellos que se aprovechan de su candidez, y trabajan arduamente durante toda su vida. El proceso se repite con la siguiente generación de trabajadores. Ésa
es la 'carrera de la rata'."
La única manera de salir de la "carrera de la rata" consiste en demostrar tu capacidad tanto en contabilidad como en inversión, posiblemente dos de las materias más difíciles de dominar. En mi carácter de contadora pública que alguna vez trabajó para uno de los ocho despachos de contadores más importantes, yo estaba asombrada ante el hecho de que Robert había logrado que el aprendizaje de estas dos materias fuera divertido y emocionante. El proceso estaba tan bien disfrazado que mientras trabajábamos de manera diligente para salir de la "carrera de las ratas", olvidamos pronto que estábamos aprendiendo.
De pronto la prueba de un producto educativo se convirtió en una tarde de diversión con mi hija, en la que hablamos de cosas que no habíamos discutido anteriormente. Como contadora me fue fácil practicar un juego que requiere una
Declaración de Ingresos y una Hoja de Balance, de manera que tuve tiempo para ayudar a mi hija y a otros jugadores de mi mesa con los conceptos que no comprendían. Fui la primera persona -y la única en todo el grupo de prueba- en salir de la "carrera de la rata" ese día. Salí de allí en 50 minutos, a pesar de que el juego se prolongó por casi tres horas.
En mi mesa estaban sentados un banquero, el propietario de un negocio y un programador de computadoras. Lo que me perturbó más fue lo poco que esas personas sabían tanto de contabilidad como de inversión, materias, sin duda, tan importantes en sus vidas. Me pregunté cómo manejaban sus asuntos financieros en la vida real. Yo podía entender por qué mi hija de 19 años no comprendía esos temas, pero ellos eran adultos de por lo menos el doble de su edad.
Después de que salí de la "carrera de la rata", me dediqué a observar durante las siguientes dos horas la manera en que mi hija y esos adultos educados y pudientes tiraban los dados y movían sus fichas. Aunque estaba contenta de que ellos estaban aprendiendo tanto, me perturbaba lo poco que los adultos saben sobre los fundamentos de la contabilidad simple y de la inversión. Tenían dificultades para comprender la relación entre su Declaración de Ingresos y su Hoja de Balance. Conforme vendían y compraban sus activos, tenían problemas para recordar que cada transacción podía tener efectos en su flujo de efectivo mensual Me pregunté: ¿cuántos millones de personas andan por ahí en el mundo real experimentando problemas financieros, sólo porque nadie les ha enseñado sobre estos temas?
"Gracias a Dios que estas personas se están divirtiendo y están distraídas por el deseo de ganar el juego", me dije. Una vez que Robert dio por terminada la competencia, nos dio 15 minutos para comentar y criticar el juego de Cashflow entre nosotros.
El dueño del negocio que estaba sentado a mi mesa no estaba contento. No le había gustado el juego. "No necesito saber esto", dijo en voz alta. "Yo contrato contadores, banqueros y abogados para que me digan estas cosas."
A lo que Robert contestó: "¿Has notado alguna vez que no hay muchos contadores que sean ricos? Y banqueros, y abogados, y corredores de bolsa, y agentes inmobiliarios.
Ellos saben mucho y en general son personas inteligentes, pero la mayoría no son ricos.
Dado que nuestras escuelas no le enseñan a la gente lo que saben los ricos, tomamos consejo de estas personas. Sin embargo, un día vas manejando por la autopista, atrapado en el tráfico, tratando de llegar a tu trabajo, y miras a la derecha y puedes ver a tu contador atrapado en el mismo atasco de tráfico. Volteas a la izquierda y puedes ver a tu banquero. Eso debería decirte algo."
Al programador de computadoras tampoco le había gustado el juego.
-Puedo comprar programas de computación que me enseñen esto.
El banquero, sin embargo, estaba conmovido.
-Estudié esto en la escuela- la parte correspondiente a contabilidad-, pero nunca supe cómo aplicarla en la vida real. Ahora lo sé. Necesito salirme de la "carrera de la rata".
Pero fue el comentario de mi hija el que me conmovió más. "Me divertí aprendiendo", dijo. " Aprendí mucho sobre la manera en que el dinero funciona realmente, y cómo invertirlo."
A continuación agregó: " Ahora puedo escoger una profesión para el trabajo que deseo desempeñar y no debido a la seguridad en el empleo, los beneficios o cuánto me pagarán. Si aprendo lo que enseña este juego, estaré en libertad de hacer y estudiar lo que mi corazón desea estudiar... en vez de estudiar algo debido a que los negocios están en busca de ciertas habilidades laborales. Si aprendo esto, no tendré que preocuparme sobre la seguridad en el empleo y el seguro social de la manera en que la mayoría de mis compañeros de clase lo hacen."
Yo no podía quedarme y hablar con Robert luego de haber practicado el juego, pero acordamos entrevistamos más tarde para discutir con mayor amplitud su proyecto.
Yo sabía que él quería utilizar el juego para ayudar a otras personas a que fueran más capaces desde el punto de vista financiero y estaba deseosa de escuchar más sobre sus planes.
Mi esposo y yo concertamos una cita para cenar con Robert y su esposa a la semana siguiente. Aunque se trató de nuestra primera reunión de tipo social, nos sentimos como si nos hubiéramos conocido desde hacía años.
Descubrimos que teníamos muchas cosas en común. Conversamos sobre una amplia gama de temas, desde deportes y obras de teatro hasta restaurantes y temas socioeconómicos. Hablamos acerca del mundo en transformación. Pasamos mucho tiempo discutiendo cómo la mayoría de los estadounidenses tienen poco o nada ahorrado para el retiro, así como del Seguro Social y los servicios públicos de salud, casi en quiebra. ¿Se le pediría a nuestros hijos que aportaran para el retiro de 75 millones de miembros de la generación de la posguerra? Nos preguntamos si la gente se daba cuenta de cuán riesgoso era depender del plan de pensión.
La principal preocupación de Robert era la brecha creciente entre los pudientes y los necesitados, en Estados Unidos y en todo el mundo. Robert era un empresario que se educó y formó así mismo y que trabajó alrededor del mundo realizando inversiones y pudo retirarse a la edad de 47 años. Sin embargo dejó su retiro porque comparte la misma preocupación que yo tengo por nuestros hijos. Él sabe que el mundo ha cambiado, pero no así la educación. De acuerdo con Robert, los niños pasan varios años en un sistema educativo anticuado, estudiando materias que nunca pondrán en práctica y preparándose para un mundo que ya no existe.
-Actualmente, el consejo más peligroso que puede usted darle a un hijo es "ve a la escuela, obtén buenas calificaciones y busca un trabajo seguro" -le gusta decir-. Ese es un consejo obsoleto, un mal consejo. Si usted pudiera ver lo que ocurre en Asia, en Europa, en Sudamérica, estaría tan preocupada como yo.
Robert considera que es un mal consejo "porque si desea que sus hijos tengan un futuro financiero seguro, no pueden jugar de acuerdo con las reglas antiguas.
Simplemente es demasiado riesgoso".
Le pregunté qué quería decir con "reglas antiguas".
-Las personas como yo juegan de acuerdo con un conjunto de reglas diferentes a las que usted utiliza -me dijo-.¿ Qué pasa cuando una corporación anuncia una reducción de sus operaciones?
-Despiden a la gente -le respondí-. Las familias quedan lastimadas. El desempleo se incrementa.
-Sí. ¿Pero qué ocurre con la compañía, en especial con una compañía que cotiza en la bolsa de valores?
-El precio de las acciones generalmente sube cuando se anuncia la reducción de operaciones -contesté-. Al mercado le gusta que una compañía reduzca sus costos laborales, ya sea mediante la automatización o la consolidación de la fuerza de trabajo en general.
-Correcto -dijo-. Y cuando el precio de las acciones sube, las personas como yo, los accionistas, se enriquecen. A eso es a lo que me refiero cuando hablo de un conjunto de reglas diferentes. Los empleados pierden; los propietarios e inversionistas ganan.
Robert estaba describiendo no sólo la diferencia entre un empleador y un empleado, sino también la diferencia entre controlar tu propio destino y entregar ese control a otra persona.
-Sin embargo, a muchas personas les cuesta trabajo comprender por qué ocurre eso
-le dije-. Simplemente consideran que no es justo.
-Por eso es tonto decir simplemente a un hijo "obtén una buena educación" -dijo
Robert-. Es tonto asumir que la educación que el sistema escolar proporciona preparará a sus hijos para el mundo que enfrentarán después de su graduación. Cada hijo necesita más educación. Una educación diferente. Y necesitan conocer las reglas. Los diferentes conjuntos de reglas.
-Existen reglas sobre el dinero de acuerdo con las cuales actúan los ricos, y reglas de acuerdo con las cuales actúa 95 por ciento de la población -dijo-. Y ese 95 por ciento aprende esas reglas en casa y en la escuela. Esa es la razón por la que hoy en día es riesgoso decirle simplemente a un hijo "estudia duro y busca un empleo". Actualmente los hijos necesitan de una educación más sofisticada, pero el sistema actual no cumple con esa necesidad. No me interesa cuántas computadoras instalen en el salón de clases o cuánto dinero gasten las escuelas. ¿Cómo puede enseñar el sistema educativo una materia que no conoce?
-Entonces, ¿cómo le enseñan los padres a sus hijos aquello que la escuela no enseña? ¿Cómo les enseña usted contabilidad a sus hijos? ¿No se aburrirían? ¿Y cómo les enseñaría a invertir si usted mismo, como padre de familia, es enemigo del riesgo? En vez de enseñarle a mis hijos a simplemente jugar a lo seguro, decidí que era mejor enseñarles a jugar de manera inteligente.
-¿Cómo enseñaría entonces usted a sus hijos acerca del dinero y de todas las cosas de las que hemos conversado? -le pregunté a Robert-. ¿Cómo puede usted hacer que eso sea sencillo para los padres, cuando ellos mismos no lo comprenden?
-Escribí un libro sobre ese tema -dijo.
-¿En dónde está?
-En mi computadora. Ha estado allí desde hace años, en fragmentos aislados.
Ocasionalmente agrego algo, pero nunca me he dedicado a reunir los fragmentos.
Comencé a escribirlo después de que otro libro que escribí se convirtió en un bestseller, pero nunca he terminado el nuevo. Está en fragmentos.
Y efectivamente, estaba en fragmentos. Después de leer las secciones aisladas, decidí que el libro tenía méritos y que era necesario compartir su contenido, especialmente en estos tiempos cambiantes. Aceptamos participar con Robert como coautores del libro.
Le pregunté qué tanta información financiera consideraba él que necesitaría un hijo. Me respondió que eso dependería del hijo. Él supo a edad temprana que quería ser rico y tuvo la suerte de tener como figura paterna a un hombre rico y dispuesto a guiarlo.
"La educación es la base del éxito", dijo Robert. Las habilidades escolares son importantes, tanto como las habilidades financieras y de comunicación.
Lo que sigue es la historia de los dos padres de Robert, uno rico y el otro pobre, que permite exponer las habilidades que él ha desarrollado a lo largo de su vida. El contraste entre los dos padres proporciona una perspectiva importante. Yo he apoyado, integrado y editado el libro. A los contadores que lean este libro les digo: dejen a un lado su conocimiento académico y abran la mente a las teorías que Robert presenta. A pesar de que muchas de ellas desafían las bases mismas de los principios de contabilidad aceptados generalmente, proporcionan una perspectiva valiosa sobre la manera en que los verdaderos inversionistas analizan y toman sus decisiones de inversión.
Cuando nosotros, como padres, recomendamos a nuestros hijos que "vayan a la escuela, estudien duro y obtengan un buen empleo", a menudo lo hacemos debido a un hábito cultural. Eso siempre ha sido lo correcto. Cuando conocí a Robert, sus ideas me inquietaron inicialmente. Como fue criado por dos padres, se le enseñó a esforzarse en pos de dos metas diferentes. Su padre educado le aconsejó trabajar para una corporación.
Su padre rico le aconsejó ser dueño de la corporación. Ambos caminos requerían educación, pero las materias de estudio eran completamente diferentes. Su padre educado alentó a Robert a ser una persona inteligente. Su padre rico alentó a Robert a saber cómo contratar a personas inteligentes.
Tener dos padres ocasionó muchos problemas. El verdadero padre de Robert era el superintendente de educación del estado de Hawai. Para la época en que Robert tenía 16 años de edad, la amenaza de: "si no obtienes buenas calificaciones no obtendrás un buen trabajo", tenía poco efecto. Él sabía ya que su camino era el de ser dueño de corporaciones, no el de trabajar para ellas. De hecho, de no haber sido por la guía persistente y sabia de un consejero de la escuela preparatoria, Robert pudo no haber asistido a la universidad. Él lo admite. Robert estaba deseoso de comenzar a conformar sus activos, pero finalmente estuvo de acuerdo que una educación universitaria también le sería benéfica.
A decir verdad las ideas contenidas en este libro son probablemente demasiado radicales o inalcanzables para la mayoría de los padres de la actualidad. A algunos padres de familia les cuesta ya suficiente trabajo simplemente mantener a los hijos en la escuela.
Sin embargo, a la luz de los tiempos cambiantes, como padres necesitamos estar abiertos a ideas nuevas y atrevidas. Alentar a nuestros hijos a que se conviertan en empleados es aconsejarles que paguen más impuestos de los que les corresponde en justicia a lo largo de su vida, con pocas esperanzas de contar con una pensión, o sin ella. Y es verdad que los impuestos son el mayor gasto de una persona. De hecho, la mayoría de las familias trabaja desde enero hasta mediados de mayo para el gobierno, tan solo para cubrir sus impuestos. Se requieren nuevas ideas, y este libro las proporciona.
Robert asegura que los ricos enseñan a sus hijos de manera diferente. Ellos les enseñan a sus hijos en casa, durante la cena. Esas ideas no son quizá las que usted elegiría para discutir con sus hijos, pero le agradecemos que las considere. Le aconsejo que continúe buscando. En mi opinión, como madre y como contadora pública, el concepto de simplemente obtener buenas calificaciones y encontrar un buen empleo es una idea vieja.
Necesitamos aconsejar a nuestros hijos de manera más sofisticada. Necesitamos ideas nuevas y una educación diferente. Es posible que decirle a nuestros hijos que se esfuercen por ser buenos empleados al mismo tiempo que luchan por ser dueños de su propia corporación de inversiones no sea una mala idea.
Mi esperanza como madre es que este libro ayude a otros padres. La esperanza de
Robert es informar a la gente que cualquiera puede lograr la prosperidad si elige hacerlo.
Si actualmente es usted un jardinero o un conserje, o incluso si está desempleado, puede educarse a sí mismo y enseñar a sus seres queridos a atender sus asuntos financieros.
Recuerde que la inteligencia financiera es el proceso mental por medio del cual resolvemos nuestros problemas financieros.
Actualmente estamos encarando cambios globales y tecnológicos tan grandes o incluso mayores a los que jamás nos habíamos enfrentado. Nadie tiene una bola de cristal, pero una cosa es segura: nos esperan cambios que están más allá de nuestra comprensión.
¿Quién sabe lo que nos depara el futuro? Pero suceda lo que suceda, tenemos dos opciones fundamentales: jugar a la segura o jugar de manera inteligente al preparamos, educamos y despertar en nosotros mismos y en nuestros hijos el genio financiero que llevamos dentro.


Sharon Lechter


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