“¡Cómo han pasado los años!”, dice una canción que se hizo popular hace ya algunas décadas.
Por nuestra parte, podemos decir que el tiempo pasa y no se detiene; y el ser humano tampoco.
En esta ocasión, cuando los alumnos de una nueva generación de profesionales de la contaduría pública, y en general los lectores de esta obra, maestros, profesionales o empresarios, posen su mirada en estas líneas, estaremos ya en el inicio de la segunda década del siglo xxi.
Una vez más, nuestra profesión enfrenta nuevos retos y oportunidades, pues los acontecimientos más recientes a fines de 2008 e inicio de 2009 trajeron a nivel mundial grandes o graves problemas económicos, con recesión, caída de las bolsas de valores, baja en el precio del petróleo, devaluación de algunas monedas, incremento en las tasas de interés, pero, sobre todo, mayores índices de desempleo, incremento en la pobreza, inmigración… En fin, crisis, un panorama que parece difícil, pero que debe ser motivo de fortalecimiento, de crecimiento y superación, ya que debemos recordar que las crisis son el momento perfecto, para que los grandes salgan adelante.
En la edición anterior decíamos que los seres humanos y la sociedad han alcanzado un grado de evolución que probablemente nadie había imaginado ni siquiera esta generación a la que le ha tocado vivir cada transición. Ahora, las noticias científicas hablan sobre autómatas que se nutren de proteínas, que la Vía Láctea es más grande que Andrómeda, o que las galaxias no fueron los primeros cuerpos cósmicos, sino los hoyos o agujeros negros. Todo evoluciona; y en esta evolución tan vertiginosa, la contaduría pública, y su materia prima, la contabilidad no se han quedado a la zaga, puesto que a finales del siglo pasado y en los albores de la nueva centuria la economía, la política, los negocios, la información, la comunicación, la ciencia y la tecnología han roto las barreras nacionales para incorporarse al plano internacional. En todos estos planos, los profesionales de la contabilidad y la contaduría pública tienen mucho que ver como expertos comunicadores de información financiera, a la cual recurre, en diferentes partes del mundo, la más amplia gama de usuarios, tanto los padres y madres de familia, como los profesionales, los trabajadores, las micro, pequeñas y medianas empresas, las grandes y gigantescas corporaciones transnacionales y los gobiernos.
¿En esta época quién no usa la contabilidad y la información que de ella emana? Algunas personas piensan que la contabilidad es un área muy técnica, ejercida sólo por los contadores. Sin embargo, en nuestros días casi todo el mundo practica, de una u otra manera, la contabilidad como punto de apoyo en su quehacer cotidiano. La contabilidad es simplemente el medio a través del cual medimos y describimos el resultado de una actividad económica. Cuando alguien implementa mejoras en un negocio, hace inversiones, prepara su declaración de Impuestos Sobre la Renta, IVA, paga su factura telefónica, trabaja con conceptos y con información contable.
A menudo, la contabilidad se conoce como “el lenguaje de los negocios” debido a que es muy usada en la descripción de todo tipo de actividades comerciales. Todo inversionista, gerente y quien tome decisiones comerciales necesita entender con claridad los términos y conceptos contables para participar y comunicarse efectivamente con la comunidad comercial.
No obstante, el uso de la información contable no se limita sólo al mundo de los negocios. Vivimos en una era contable. Una persona debe contabilizar su ingreso y tener un archivo para su declaración de impuestos. Un individuo debe suministrar información contable personal con el objetivo de calificar para un préstamo, obtener una tarjeta de crédito o una beca escolar. El gobierno central, los departamentos, las ciudades y los municipios usan la información contable como la base para controlar sus recursos y medir sus realizaciones. La contabilidad es tan importante para el éxito de la operación de la administración pública, un programa social o una iglesia, como para una organización comercial.
El estudio de la contabilidad no debe limitarse a estudiantes avanzados en contaduría o finanzas, sino que debe allegarse a todo aquel que esté comprometido con la actividad económica o que —por intermedio de alguien— desea beneficiarse de entender la naturaleza, significado y limitaciones de la
información contable.
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